martes, 19 de marzo de 2024

EL PATRIARCA SAN JOSÉ, POR OBRA Y GRACIA DE ANDRÉS GARCÍA IBÁÑEZ, REGRESARÁ AL SANTUARIO DIOCESANO DEL SALIENTE

Un impresionante óleo del gran artista don Andrés García Ibáñez, que representa al Glorioso Patriarca san José, será instalado en el altar mayor para devolver esta devoción al Santuario Diocesano del Saliente.




UNA AUSENCIA DE OCHENTA Y OCHO AÑOS

Cuando el Obispo don Claudio Sanz y Torres encargó el primitivo retablo del templo del Santuario Diocesano del Saliente, seguramente a Francisco Antonio Testa entre 1764 y 1774, mandó que figurase una escultura de san José.
Efectivamente, desde 1774 hasta 1936 se sitúo una escultura del Patriarca a la derecha de la sagrada imagen de Nuestra Señora de los Desamparados del Buen Retiro del Saliente Coronada. Su presencia era del todo lógica pues, como recogen las Sagradas Escrituras, san José fue el esposo castísimo de la Santísima Virgen y; en consecuencia, ocupaba el lugar más importante de todo el conjunto retablístico tras el camarín de la Pequeñica.
La sacrílega destrucción de la Persecución Religiosa del siglo XX en España, que prácticamente feneció todo el patrimonio mobiliario del Santuario Diocesano del Saliente, puso fin a esta presencia josefina y la escultura fue pasto de las llamas. A partir de agosto de 1939, cuando se reinstauró el culto católico en el Roel, se inició también la lenta rehabilitación del templo. A pesar de las sucesivas ornamentaciones que se han sucedido hasta nuestros días, no se volvió a dotar de una representación de san José al templo.
Para remediar esta ausencia, que se prolonga ya ochenta y ocho años, una nueva representación josefina ha sido colocada en el nuevo retablo del templo salientino. Enmarcado en una embocadura de madera de iroko, alzada sobre la puerta de acceso a la sacristía desde el presbiterio, el lienzo de Andrés García Ibáñez retomará una devoción centenaria del Santuario Diocesano del Saliente

UN SAN JOSÉ QUE SIGUE LAS TRAZAS DEL GRECO

La nueva pintura de Andrés García Ibáñez, ejecutada en los primeros días de agosto del pasado año, muestra a un gallardo san José de apostura viril y sobre un paisaje inequívocamente de la sierra de las Estancias. Su fisonomía y la fortaleza de sus gestos, nos remiten a la novedosa mirada teológica que adquirió este personaje en el siglo XVI. No por casualidad, en esta misma centuria la gran santa Teresa de Jesús propagó de manera eficaz su devoción por toda la geografía nacional. En esta época, la mayor cercanía a las Sagradas Escrituras que propugnó el Concilio de Trento – en detrimento de las leyendas medievales – hizo resaltar el papel del Patriarca como custodio de la Sagrada Familia.

Por eso, al contemplar la nueva pintura, es inevitable compararla con la que realizó en 1597 el Greco para la capilla de la quinta fundación de santa Teresa y que, además, se trató del primer templo dedicado a san José en todo el mundo. Doménikos Theotokópoulos se atrevió a modificar la imagen tradicional del Patriarca, representándolo en su plenitud física y ejerciendo una activa paternidad. Aunque ataviado con los colores típicos de la estética decimonónica, túnica morada y manto marrón, responde a la iconografía grequense. Aunque ya en 1570 Johannes Molanus, en su obra “De Picturis et Imaginibus Sacris”, había aconsejado mostrar a san José de modo más vigoroso; nadie lo hizo hasta este pintor afincado en la Ciudad Imperial.

PINTADO CON ÓLEO Y EL EVANGELIO DE SAN MATEO

El san José de García Ibáñez, también vestido con la túnica corta y los pies descalzos de los obreros, se muestra como peregrino y sosteniendo con la diestra la vara florecida. Este atributo, propio de las figuras patriarcales, está coronada con flores blancas para subrayar su castidad y rememorar la tradición del Protoevangelio de Santiago. También en el dedo anular de su mano derecha, exhibe su alianza nupcial y deja clara su condición de esposo de Nuestra Señora. Este detalle, aunque parezca sorprendente, es una novedad en lo que atañe a las representaciones josefinas.
Cabe destacar, además, el movimiento de la mano izquierda. Ligeramente elevada y en posición de diálogo, contrasta con el rostro elevado a los cielos y los labios sellados. Pretende expresar la actitud de san José en los textos bíblicos, que no conservan ni una sola de sus frases. El evangelista san Mateo, habla de cómo los ángeles se comunicaban con el Patriarca a través de los sueños y él acataba con prontitud las órdenes divinas. De ahí esta mirada hacia las alturas y la briosa postura. El maduro rostro del Santo, acariciado por el sol en sus sienes como signo de su grandeza espiritual, habla de sus penalidades terrenas.

La imagen del Patriarca parece mimetizarse con el dureza del paisaje salientino, entre una contundente montaña de la sierra de las Estancias y la contigua llanura. La densa nube a la siniestra del Santo, la única sobre un radiante horizonte despejado, ni siquiera se atreve a rivalizar con su fúlgida frente. La disparidad del entorno, hace sugerir los lugares más representativos donde transcurrieron los pasajes bíblicos que recogen la presencia josefina. La montaña, como memoria del nacimiento de Jesús y la llanura como recordatorio de la huida a Egipto.

SAN JOSÉ, “PATRONO” DE LA REHABILITACIÓN DEL SALIENTE

Doña Luisa Carrillo Martínez, una de las colaboradoras del Santuario, aclara que: «San José es, por así decirlo, el patrono de estas obras en el Santuario. Ante las dificultades y los problemas, nos hemos encomendado a su patrocinio y nunca nos ha decepcionado. Recuerdo que, cuando después de incontables adversidades se logró culminar la pintura de la cúpula, coincidió con la solemnidad del Santo. Y eso que ese año, la fiesta se había trasladado de día por coincidir con un domingo. Fue como si san José firmase la ayuda que nos brinda».
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También el Clavario, don Pedro Manuel Navarro López, añade que: «Es una bendición que, después de tantas décadas, la imagen de san José vuelva al Saliente. Máxime en este tiempo, cuando tanto nos encomendamos a su patrocinio para avanzar en la rehabilitación de este Santuario. Ya que es el esposo de Nuestra Señora, una y otra vez le recordamos que debe preocuparse por la casa de “su mujer”».
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Finalmente, el Rector, don Antonio Jesús María Saldaña Martínez, manifiesta: «El Papa Francisco, prácticamente desde el inicio de su pontificado, nos ha propuesto a san José como una ayuda eficaz en nuestra vida cristiana. Por esta razón, teníamos muy claro que debía tener una representación de primer orden en la ornamentación del templo. Se lo propusimos a Andrés García Ibáñez, con la premisa de que apareciera solo sin la imagen del Niño Jesús – puesto que la imagen de la Pequeñica la muestra embarazada – y el resultado es genial».

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