miércoles, 2 de diciembre de 2020

"La paz entre montañas"

La grandeza del Valle del Almanzora se diversifica en todos sus rincones. Como la Sierra de las Estancias, donde los pueblos que en ella se asientan son un deleite para los sentidos gracias a los fuertes contrastes del terreno y a las tradiciones que se han mantenido entre las cumbres de estas tranquilas montañas.


Las localidades de la provincia –en concreto del Valle del Almanzora- que se asientan cerca de la Sierra de las Estancias presentan unos paisajes insólitos por lo escarpado de sus terrenos, cerros y simas, así como los grandes contrastes entre las zonas de vega regadas y las más áridas y agrestes, con lo que el espectáculo visual está garantizado.

Las localidades de Albox, Oria, Partaloa, Urrácal, Somontín y Lúcar integran esta zona que tiene su punto más alto en el Cerro de El Saliente, a unos 1.503 metros. Por debajo de éste se encuentran las cumbres del Morrón de Caparrós con 1.501, el Cerro de Las Estancias con 1.467, El Róquez con 1.354, el Peñón de La Chaparra con 1.330 y El Collado de Muro con 1.294 metros.

En ese contexto, pueden encontrarse algunos de los parajes naturales con más encanto de Almería y que ofrecen al visitante múltiples posibilidades de ocio en un entorno netamente rural: pueblos encaramados en laderas, al pie de barrancos, manantiales y cascadas son algunas de las bondades medioambientales que se pueden encontrar en la zona.

 

El ambiente calmado y de sosiego que se respira en estas poblaciones permanece también en muchas de sus costumbres y tradiciones.

A esto se une un nutrido patrimonio cultural y arqueológico, resultado de los pobladores de su historia que, a lo largo de los siglos, han legado tradiciones artesanales y costumbres festivas que siempre son interesantes de conocer. Y es que el Valle del Almanzora, en general, tiene una marcada importancia histórica que se materializa en los restos prehistóricos hallados en esta comarca, pasando por los romanos y musulmanes, quienes la situaron en su mayor esplendor.

 

Recorrido por tradiciones y costumbres

El pueblo de Albox, situado en el centro de la cuenca del río Almanzora, en la zona norte de la provincia, cuenta con una población de unos 12.000 habitantes. En el municipio se incluyen pedanías como El Saliente, Las Pocicas, Llano de los Olleres, Llano del Espino, Llano de las Ánimas, Locaiba, El Madroño, Los Marcelinos, Rambla de la Higuera, Los Navarretes, Los Galeras, San Roque, Aljambra y algunos otros situados en las zonas menos accidentadas, de más fácil acceso y comunicación.

El Pueblo, La Loma y el Barrio Alto son los tres barrios que configuran una villa cuyas calles y edificaciones demuestran el pragmatismo, tan comercial, de sus gentes. De ahí la estructura de ciudad de muchos rincones y comercios. Albox ha sido considerado el centro comercial de la comarca desde el s. XIX, ya que ha destacado por su actividad económica basada en los telares y la industria alfarera artesanal.

 

 

El Santuario de El Saliente es un gran centro de peregrinación, en especial cada 8 de septiembre

En este mismo municipio, la ruta sigue a través de la A-334 o a pie siguiendo la rambla de Albox hacia El Saliente, una de las mencionadas pedanías. Allí se encuentra el santuario del mismo nombre dedicado a la Virgen de los Desamparados –una talla barroca conocido popular y cariñosamente como ‘la pequeñica’-, una construcción del siglo XVIII edificada sobre una antigua ermita y declarada Monumento Histórico Artístico. Su figura se desdibuja en el entorno al estar construido en un material de colores semejantes a las rocosas cumbres donde se sitúa y se ha convertido en un gran centro de peregrinación, en especial durante la festividad de las Virgen cada 8 de septiembre.

Desde este lugar se llega hasta la población de Oria, a caballo entre el Almanzora y Los Vélez, con unos orígenes que se remontan al año 3.000 antes de Cristo. Aquí han dejado huella civilizaciones como la argárica, de cuya época se conserva el poblado fortaleza de El Picacho, en la pedanía de la Rambla de Oria. Esta fortaleza es, junto con el Castellón en la pedanía de El Villar, los yacimientos argáricos más importantes que se conservan. En Daimuz y las Cuevas del Collado de la Madera también se han encontrado restos que muestran la existencia de población desde finales del Paleolítico.

De la etapa musulmana destacan los restos de la Alcazaba del siglo XIII o los baños árabes y de la cristiana son los edificios mudéjares de la Iglesia de la Sagrada Familia del siglo XVI, la ermita de San Gregorio y la joya arquitectónica de la localidad: la Basílica Menor de Nuestra Señora de las Mercedes, construida entre 1767 y 1779 y catalogada como Monumento Nacional.

Siguiendo la carretera, con un paisaje fascinante repleto de Los Desplomes, inmensos conglomerados de piedra, el siguiente destino es Partaloa, en la subida desde el Valle del Almanzora hacia la Sierra de las Estancias, al borde de la rambla de La Hojilla. Sus 400 habitantes disfrutan de la tranquilidad y la belleza natural de un valle de arcillas blancas bordeados por dos lomas cubiertas con una capa continua de piedra aglomerada de gran espesor, donde la erosión ha ido excavando abundantes oquedades y grutas que acogieron en su día a los primeros hombres. En la actualidad este paisaje natural ofrece un espectáculo de fantasía por su singularidad.

Desde Partaloa se vuelve a Oria para seguir hasta Urrácal, un pequeño pueblo situado en la falda sur de la Sierra de las Estancias, entre Somontín y Partaloa, y que limita al norte con la comarca de los Vélez. En su término municipal, de 25 kilómetros cuadrados, viven unas 350 personas.

 

Las minas de talco le dieron fama al pueblo blanco de Somontín

Si se baja hasta la carretera A-334 se puede llegar hasta Somontín y divisar espléndidos paisajes en el trayecto. Ubicado en la parte norte del Valle del Almanzora, a pocos kilómetros del río, las minas de talco le dieron fama a este pueblo blanco. Sus calles, tortuosas, estrechas y empinadas encuentran descanso en torno a las plazas del Santo y del ‘Mercao’. A través de los álamos o bajo el porche conducen al pretil de la iglesia para mostrar desde allí la silueta de una sierra de canteras y verdes pinos: los Filabres, así como una gran panorámica de algunos pueblos de la comarca. Fue al contemplar este paisaje cuando el escritor modernista Francisco Villaespesa bautizó al pueblo en uno de sus poemas con el nombre de ‘Balcón del Almanzora’.

 

En el municipio de Lúcar se encuentra el manantial de aguas termales de la balsa de Cela

De Somontín a Lúcar, la última parada del recorrido, se puede ir en coche o andando para practicar el senderismo por la rambla que une ambos pueblos. Lúcar es uno de esos núcleos urbanos que ahonda sus raíces en la más lejana historia y que sobre ella ha construido una poderosa personalidad que procede de las primeras explotaciones del subsuelo, de su riqueza en agua y de la extensión de los bosques que caracterizaron la zona hasta que la Edad Moderna esquilmó los árboles y cambió en buena parte el ciclo vital de la tierra. De su patrimonio destaca la iglesia parroquial, el casco urbano, el reloj-campanario y la conocida Fuente de Cela, un manantial de aguas termales en el que éstas emergen de manera natural con un caudal constante de 42 litros por segundo y una temperatura que se mantiene en las distintas épocas del año entre 22 y 24 grados centígrados. Estas aguas tienen propiedades medicinales para distintos tipos de enfermedades. El embalse con forma de piscina formado en el nacimiento es conocido con el nombre de Balsa de Cela y se divide por la mitad por el límite entre los municipios de Tíjola y Lúcar. Tiene unas dimensiones de 50x50 metros y una profundidad que va desde los 50 centímetros a los 2 metros.

Artículo publicado en la web de Diputación de Almería, "Reportajes"

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