Las residencias de ancianos se han convertido en un foco de especial vulnerabilidad ante la pandemia provocada por el Covid-19 al tener como usuarios a un sector poblacional en la edad de mayor riesgo. El principal problema que se han encontrado estos días los directores de los distintos centros de la provincia ha sido el de encontrar material para proteger al personal que atiende a los usuarios, evitando también así contagios provenientes del exterior, por lo que se han visto obligados a ir adoptando medidas por iniciativa propia y sobre la marcha.
Así lo relata para Diario de Almería César Raúl Rodríguez Martín, coordinador en Almería del Grupo REIFS, concesionario a través de la Junta de Andalucía de la Residencia de Mayores Bartolomé Sánchez Moreno de Oria (es su director) y de los Centros de Día de Níjar, Berja y el Hogar 2 de la capital, cerrados vía decreto del gobierno autonómico el pasado lunes 16 de marzo.
Con capacidad para 45 residentes, el centro de Oria se encuentra en la actualidad al 100% de su capacidad y cuenta con 32 trabajadores (entre enfermeros, fisioterapetuas, psicólogos, cocineros o personal de limpieza). Su director explica que fueron alertados desde bien temprano acerca de las medidas de prevención que había que adoptar: “El propio gerente de mi empresa [Francisco Reifs Cañas], antes incluso de que se cerraran los Centros de Día, creó un grupo de prevención el día 25 de febrero para adoptar medidas”.
El problema, según César Rodríguez, radica en los grandes inconvenientes con los que se han ido topando para poder dotarse de material de seguridad, viviendo una auténtica odisea para proveerse del mismo. Entre las primeras medidas adoptadas figura la compra de lavamanos portátiles para repartir en la entrada de cada centro con dispensadores de solución hidroalcohólica, así como cartelería para informar de la situación. Además, redujeron el número de visitas de familiares al centro porque al principio estaban permitidas, si bien a día de hoy están prohibidas, a excepción de causas excepcionales por un fallecimiento, pero con medidas de protección especial.
Luego empezaron con el uso diario en toda la jornada de mascarillas por parte del personal, así como guantes, ya obligatorios para todos. Aquí es donde vivieron su particular calvario: “Las primeras mascarillas fueron de una ferretería de Oria normales y corrientes, una remesa de una para cada trabajador, y luego de Comercial Marhuenda, de Olula. Son las únicas que pudimos comprar en todo este tiempo. A raíz de no disponer de ningún tipo de material, compramos muselina de algodón por internet, sacamos el patrón y una costurera de Oria nos las cosió (dos capas de tela unidas para nariz y boca). Luego Publi Part nos vendió polipropileno, un material con el que sí nos las elaboramos a través de un patrón al que el Centro de Salud de Olula le dio el visto bueno. Se trata de dos capas de tela de polipropileno y en la zona de nariz cuatro capas. Tenemos cuatro por cabeza para poder ir lavándolas y usar dos diarias. Nos han ido donando al pedir ayuda a las administraciones (Ayuntamiento de Oria, Centro Salud de Albox, Hospital de Huércal Overa, Consejería de Salud e Igualdad, Diputación de Almería e incluso Cosentino, además del Ayuntamiento de Cantoria). Después de la solicitud de ayuda hemos recibido donaciones de dicho Consistorio, la empresa Publi Part y voluntarios que nos han hecho mascarillas de la zona del Alto Almanzora, sobre todo amas de casa, también batas protectoras”, cuenta César Rodríguez.
Por cuenta propia han elaborado también EPIS con los plásticos de los dossiers como pantalla para el rostro y pusieron alfombras en todos los accesos al centro y entre plantas con solución de agua con lejía para desinfectar suelas de zapatos.
De igual modo han separado el trabajo de los profesionales por zonas y horarios para que no tengan contacto siquiera entre ellos, estableciendo turnos para cambiarse en el vestuario (los uniformes se lavan allí), escribir en el libro de incidencias o desayunar, mientras que a los mayores también los han separado en distintas áreas en función de si tienen o no insuficiencias respiratorias.
Entre la batería de medidas adoptadas han cerrado también las zonas comunes por recomendación del Ministerio de Sanidad y el Ayuntamiento de Oria desinfecta diariamente los exteriores con agua y lejía, además de reforzar la limpieza. Incluso se ha prohibido el uso de monedas para las máquinas expendedoras y el café ahora es gratuito.
Para mayor tranquilidad de los familiares de los usuarios se ha habilitado un servicio de videollamadas a través de whats app y tres veces al día se toma la temperatura corporal a los residentes y a los propios trabajadores.
A los proveedores se les aplican los mismos protocolos de limpieza y compraron cuatro paneles de metacrilato para poner dos en el mostrador de recepción y otros dos en el despacho de enfermería. Un blindaje ante el virus.
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